Capítulo 1 – Acto 2. Verbo y Sustantivo

Capitulo 1 Acto 2. Verbo y sustantivo

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Supuestamente
Jesucristo nos recetó esta frase desde el trono de la retórica divina. Personalmente, no compro
la versión del dios occidental; ni siquiera estoy seguro de comprar cualquier otra versión
existente del concepto “dios”. Tampoco me trago la máxima de que está bien creer en lo que
sea; sería absurdo que alguien anduviera adorando a Huitzilopochtli, buscando corazones
humanos para hacer feliz a su débil dios mientras se dirige al inframundo.


Cuando hablo de verbo y sustantivo, no ando buscando convertirme en un predicador capaz de
hacerte convulsionar con el toque de mi mano. Hablo de la acción y la esencia, del hacer y el
ser.


No malinterpretes, estoy alineado con Sagan en que al universo le importamos una mierda.
Pero como seres humanos, siento que cargamos con una lista de características que se
entrelazan con nuestras acciones para definirnos. Y con esto espero ser claro y no caer en la
simplicidad de decirte que si te percibes como un halcón y actúas como tal, no acabarás
decorando con tus sesos el pavimento al pie del balcón del que saltaste.


Lo que quiero decir es que a menudo somos inconscientes del resultado de nuestras acciones,
las cuales surgen en armonía con la esencia que nos define. Si esto es influencia del entorno o
el contexto, es otra historia; pero al final, podemos meter las manos en el asunto en mayor o
menor medida.


Entonces, Jesucristo es dios para algunos, pero más importante aún, fue dios para él mismo.
Actuó como un dios y era la esencia de su propio ser. Yo no soy dios, o bueno, desde mi
versión de dios, soy como una miniatura de su conciencia, un átomo que ni siquiera sabe que
existe. Sin embargo, soy la amalgama de elecciones que me llevó a este momento, y si quiero
cambiar, debo empezar a actuar y ser la esencia de lo que aspiraría a ser. Desde mi
perspectiva, ahí radica la diferencia entre ser un protagonista o un actor secundario.


¡Salud por los protagonistas de su historia no escrita!

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